martes, 18 de agosto de 2015

Los “Manlio Fabios”.



Palco de Prensa
Miércoles 19 Agosto 2015   
   
                                                           
                                                       
            Por : Gilberto LAVENANT

Parece una moda. Casi sr podría decir que una plaga política. A partir de que surgió el nombre de Manlio Fabio Beltrones Rivera, como posible dirigente nacional del PRI, empezaron a brotar “manlitos” por todos lados.

Aunque no tengan parecido físico alguno con el exgobernador sonorense, ellos presumen que son iguales que él, en materia política. Podría decirse que la idolatría por el nuevo dirigente priísta, surgió casi como reguero de pólvora. Enrique Iglesias o Ricky Martin, envidiarían al político. Ni con Peña Nieto se registró algo parecido.

Y como el aludido, viste bien, peina bien “lamido pa´atrás”, seguramente pronto ese prototipo se reproducirá en muchos jóvenes. Y quizás adultos.

No se trata de echarle porras al sonorense, pero es algo que realmente está pasando. Los “Manlitos” brotan como hongos. Algunos en supuestas cualidades. Otros en simples apariencias.

Luego habrá que agregar a los “hijos”, “sobrinos”, “ahijados” y “compadres”, que también surgirán por doquier, no solamente en Sonora.

Esto ocurre, en especial, para quienes ven a Manlio Fabio, no como dirigente nacional del PRI, sino como el más fuerte aspirante a la candidatura priísta a la Presidencia de la República, aunque aún faltan 3 años para ello.

Y claro, el presumir u ostentar, una aparente o supuesta “línea” de identificación con el nuevo Presidente del CEN del PRI, es como una llave que abre todo tipo de puertas. En especial, el “candado” del cofre donde se guardan candidaturas a alcaldes, síndicos procuradores, regidores y diputados locales, para los comicios del 2016. Y de ahí…!al cielo!

En tanto que la política continue siendo la actividad humana más rentable, todos quisieran ser Manlio.

Ojalá y no se equivoquen. En un viejo PRI, a Manlio le bastaba la dirigencia nacional priísta. En el nuevo PRI, primero tiene que rescatar al Partido Revolucionario Inatirucional, para luego aspirar a la candidatura presidencial. Finalmente, si logra consolidar su proyecto, pensar en la posibilidad de gobernar a México.

El 1 es primero, le sigue el 2 y luego el 3. Todo lleva un orden.

En el 2000, el PRI tenía la Presidencia de la República en las manos. La tuvo por más de 70 años. Y la perdió, porque los priístas llegaron a pensar, y a suponer, que sería eterna. Nunca se preocuparon por cuidar los factores que la sostenían de su lado.

El corporativismo mantuvo al PRI de pie, aunque en los últimos años, la aparente fortaleza, ya no era tal. Los liderazgos de papel, enriquecidos hasta el hartazgo, dejaron de controlar a las bases.

En la mayoría de los casos, continuaban operando. Pero ya no pudieron inducir, ni garantizar, el sentido del voto.

Las multitudes continuaban ahí, pero la mente de sus integrantes estaba en muchas otras partes. En cualquier parte en donde visualizaran mejores condiciones de vida. Los aspectos ideológicos, salían sobrando.

Soñaban en socavar los cimientos que sostenían a los líderes corruptos. Algunos, para relevarlos y emularlos. Otros, para construir nuevos imperios de corrupción. Muy pocos anhelaban el bien común.

El tiempo ha demostrado, que los nuevos liderazgos, en el ámbito laboral, como en el político, son más de lo mismo que soportaron durante tantos años. Tan corruptos como aquellos.

Algo similar está ocurriendo con la “Manliomanía”. Todos quisieran ser como Manlio, con la Presidencia de la República en su destino. No para salvar a México, sino para salvarse ellos.

Pero Manlio, con un viejo PRI, es solamente un espejismo.

Manlio no llegará nunca, a ser Presidente de México, si no logra transformar al PRI. Si no logra que los ciudadanos vuelvan a confiar en los políticos.

El tiunfo electoral, no es cuestión de suerte. Mucho menos de apariencias.

En una democracia, en donde el voto es libre y secreto –aunque hay quienes afirman que nunca ha sido, ni una cosa, ni la otra- hay que convencer a los electores.

Y los electores se convencen, con resultados. Positivos y efectivos.

Nada de que “si votas por mi, haré esto o lo otro”.

Ya nadie cree en las promesas de los políticos.

Se requiere de políticos cumplidores, broncos. De palabra.

Ese es el tamaño del reto de Manlio Fabio.
                                                                            gil_lavenants@hotmail.com

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