Palco de Prensa
Viernes 6 Febrero 2015
Por : Gilberto LAVENANT
En México, eso de “después de ahogado el niño, tapar el pozo”, es una pésima y dramática costumbre. El caso del pequeño Ivan, el niño de 2 años, que cayó a una alcantarilla, sin tapa, es un ejemplo de ello.
Y es que la indolencia de los funcionarios públicos, es tan enorme, que se niegan a reconocer el grave peligro a que exponen, a personas de todas las edades, en especial a niños, al no estar vigilantes de que, los llamados pozos de visita, cuenten con su respectiva tapa.
Hay un total de 142 pozos, similares al de la tragedia, que cuando carecen de tapa, frecuentemente robadas por vagos o malvivientes, representan trampas mortales.
Funcionarios de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana, afirman que el robo de las tapas, representa pérdidas millonarias. Pero se pueden y se deben reponer. La vida de una persona, sobre todo, un menor de edad, vale eso y mucho más.
Esta tragedia inició el domingo 1 de febrero. Hay varias versiones sobre tales hechos. Que la madre, acompañada por el pequeño y un hermano, de 9 años de edad, acudían a recrearse, a la zona donde se ubica el pozo de visita, porque la utilizan como área de descanso.
Supuestamente, el pozo estaba tapado con tablas. El niño y su hermano -2 y 9 años- lo destaparon. Al azomarse al interior, el pequeño resbaló y cayó al fondo. Cabe observar que la parte superior del pozo, no está a nivel de tierra, sino a una altura de un metro. Difícil, para que el niño de 2 años, trepara.
Nadie explica, a qué distancia se encontraba la madre, o qué estaba haciendo, para que no se haya percatado del riesgo que corrían sus hijos. Ahora, ya nada puede remediarse. No funcionó aquello de “más vale prevenir, que lamentar”.
Debe reconocerse, que fue extraordinaria la respuesta de las autoridades de policía, bomberos, personal de la CESPT y Protección Civil, en cuanto se supo del incidente que terminó en tragedia.
Cabe hacer algunas observaciones. La primera de ellas y quizás una de las más importante, es que no existe la cultura de la prevención. Pocas personas aplican aquello de que “más vale prevenir, que lamentar”. Por eso son los lamentos, en este caso específico.
Empezando por los padres de familia. No deben descuidar a sus hijos. En especial a los pequeños, a los que no tienen la capacidad, ni la madurez mental, para prevenir y evitar los riesgos.
Un niño de dos años, el de esta historia fatal, cumpliría tres, el día 26 del presente mes, no debió desprenderse de la mano de la madre.
Hoy en día, los adelantos tecnológicos, los teléfonos móviles, los instrumentos cibernéticos, las redes sociales, enajenan a los adultos. Pierden la noción del tiempo y del lugar en donde se encuentran. La familia, en especial los hijos, pasan a segundo término.
La mayoría de las tragedias, nacen de un descuido. Hay miles de riesgos. Incluso dentro de la vivienda de cada familia. De enorme gravedad, las alcantarillas o pozos de visita, sin tapa. Que cada quien cumpla con sus responsabilidades.
El sistema de drenaje, es responsabilidad de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana y de las autoridades de obras públicas municipales. Les corresponde adoptar medidas, para que ni uno solo de esos sitios, estén al descubierto. No se vale eso de “después de ahogado el niño, tapar el pozo”.
A las autoridades policiacas, corresponde intensificar las labores de vigilancia, para evitar que vagos y malvivientes, continúen robando las tapas y convirtiendo esos hoyos, en trampas mortales.
Pero igual se requiere actuar, para evitar que roben viviendas, vehículos, cables de alumbrado público y revisar a las recicladoras, para que no compren el producto de estos latrocinios. Pueden parecer robos pequeños, pero el daño es enorme. Mucho más, cuando implican pérdidas de vidas humanas.
Por cierto, a propósito de lo de “después de ahogado el niño, tapar el pozo”, las autoridades acostumbran reaccionar ante las tragedias, tratando de hacer, casi en un instante, lo que dejaron de hacer en mucho tiempo.
No duden que ahora, reforcen las labores de vigilancia de las alcantarillas y pozos de visita. Para verificar que no exista uno solo, destapado. Aunque, eso solamente será, mientras se “enfria” este asunto.
Como ocurrió con el incendio de la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, el 5 de junio de 1989, donde fallecieron 49 niños y otros 79 resultarn lesionados.
De pronto, autoridades de los tres niveles de gobierno, en todo el país, se pusieron a revisar las guarderías. Pero solo para tratar de “tapar el ojo al macho”. Hoy, el desorden sigue igual, o peor.
El pozo, siempre debe estar tapado, para que no se ahogue el niño.
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