Columna: Revolución de Conciencias
Por: Gilberto Herrera Solórzano
He escuchado a un amplio
sector de la población decir "las manifestaciones no sirven de nada",
que al gobierno le conviene mantener al pueblo marchando en vez de votando, que
las manifestaciones así como nacen se mueren, que no tienen caso, que no tienen
función de ser...
Debo decir, contra la opinión de muchos, que las
manifestaciones, concentraciones o marchas sirven de mucho, más allá de ser una
válvula de escape a la indignación y dolor de muchos, las marchas logran
cambios trascendentales.
Las manifestaciones demuestran que somos humanos,
que estamos vivos, que sentimos, porque desde que nacimos el vivir es protestar
y luchar; las manifestaciones sirven para demostrar que no estamos de acuerdo
con las políticas gubernamentales, sirven para irritar al gobierno, para
exhibirlo, sirven para presionar y generar cambios determinantes; sirven para
demostrar que somos congruentes y ante la adversidad no nos quedamos de brazos
cruzados, que tenemos dignidad y no somos borregos de nadie, sirven como ejemplo
para las futuras generaciones, para decirle a nuestros hijos que nosotros si
luchamos y no nos resignamos, que nos despojamos del miedo, la apatía y la
pereza y salimos a las calles gritar y exhibir al mal gobierno.
Las manifestaciones han detenido el aumento a los
impuestos, han evitado la privatización de los recursos naturales, han
derrocado gobiernos, han unificado al pueblo en un solo sueño, la
transformación del país.
Las manifestaciones mantienen la llama de la
esperanza, aunque no den resultados inmediatos como muchos quisieran, sirven
para hacer lo imposible posible; para hacer realidad la utopía.
Salgamos a tomar las calles, manifestemos nuestra
inconformidad, dejemos de ser espectadores y luchemos por la vía pacifica.
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