domingo, 3 de agosto de 2014

¿Qué hace falta para que México sea potencia mundial?

L.A.P.C.P. Damary Sastree Medina 

                        EN MI OPINIÓN

TIJUANA, B.C. 04 de Agosto del 2014.- Muchas personas leerán el título del presente  y creerán que me enfocaré en “política y políticos”, pero lo cierto es que hoy necesito hablar del “país y sus ciudadanos.

Evidentemente el gobierno forma parte de la estrategia para convertir a nuestra nación en una potencia de primer mundo, no obstante, centraré mi punto de vista en las personas que lo formamos, la cultura que de nosotros emana, y sobre todas las cosas, la identidad nacional mutilada que poseemos.

Actualmente, al encender la televisión, escuchar la radio o acceder a las redes sociales, puedo ser testigo de la calidad de nuestros mandatarios, desde su prolija y costosa vestimenta, pasando por la manera en la que se expresan y terminando por sus cuantiosos salarios con respecto a la eficacia de su trabajo.

Lo anterior tiene como antítesis la realidad del mexicano promedio, sujeto a un horario laboral extenuante y a un sueldo de “cebolla”, para llorar.

Al percatarme de lo anterior me pregunté ¿Qué están haciendo ellos que yo no?, al principio pensé las condiciones económicas tan disparejas entre la
formación de un Lázaro Cárdenas o un Enrique Peña y yo, pero luego recordé que México ha tenido presidentes de procedencia humilde, como Benito Juárez o Ernesto Zedillo.

Entonces lo económico no era. Posteriormente dije, quizás la educación, sin embargo recordé que soy una persona graduada… y así sucesivamente fueron apareciendo ideas en mi cabeza que posteriormente
descartaba.

¿Entonces qué era? Llegué a la conclusión que lo que me faltaba era trabajar por mi país, y aunque muchos pudieran decir que nuestros burócratas no
trabajan para él, sino para sus bolsillos, lo cierto es que la descripción de supuesto es esa, “velar por la nación”, si no lo hacen es porque no se lo exigimos de la manera correcta. Habiendo respondido lo anterior deduje que era lo que nos pasaba a la mayoría de los ciudadanos.

Lo curioso es que en los mismos sitios en los que soy testigo de la realidad de la cúpula política, también puedo ver como sus gobernados se mofan de ellos creyendo inocentemente que con eso podrán quitarlos del cargo, o peor aún, manifestando sus inconformidades en un lugar donde lo único que lograrán es
generar enojo y frustración a quien lo lea.

Me pregunto si con la misma intensidad con la que se quejan, cumplen con sus obligaciones ciudadanas, si son el ejemplo de la regla moral con la que juzgan.

Es decir, siempre llegan temprano al trabajo directo a sus labores, o por el contrario justifican esos 5 minutos de retraso con el tráfico y se preparan un café mientras le comentan a su compañero la odisea de su aventura, si tienen sus automóviles en regla, si al ver una luz amarilla no aceleran para alcanzar a cruzar,
o si le piden el transporte público que los deje exclusivamente en las paradas o “ahí donde pueda”.

Y lo más importante, si aman a su ciudad, estado y país tanto como exigen que otros lo hagan o únicamente cuando juega fútbol la selección. Lo anterior es fundamental para que seamos “de primer mundo”, tener una
identidad de mexicano, fomentada desde la escuela, que se nos eduque como la mezcla de dos culturas que somos, sin aborrecer a nuestras raíces y al mismo tiempo con calidad para formar profesionistas éticos y consientes de las necesidades que hay en su entorno.

Es la base para evitar que se siga duplicando esa actitud apática que nos caracteriza, que aquellas personas que tengan acceso a la educación, estén conscientes de la oportunidad que tienen y no que vayan a
la escuela esperando que los profesores falten, contando los días para el siguiente puente… en fin, desperdiciando el lugar que les fue dado.

En suma, los cambios que México necesita, no llegarán por un presidente, ni se lograrán de la noche a la mañana, dicha transformación se logrará cuando llegue una generación de compatriotas dispuestos a dar lo mejor de sí mismos, a dejar los pretextos y la mediocridad de lado, que cumplan con sus
responsabilidades ciudadanas de colaborar con el país y al mismo tiempo de exigirle a sus gobernantes, por los medios adecuados, que lleven a cabo sus obligaciones y que respeten el puesto que representan, porque no sólo son ellos, somos más de 120 millones de personas que amamos nuestra patria.


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