Palco de Prensa
MIércoles 7 Octubre 2015
Por : Gilberto LAVENANT
Lo peor que le puede ocurrir a un político, es que se le atrofien los sentidos. El ser ciego, sordo, no tener tacto, no percibir los fétidos olores que le rodean y tragar cochinada, sin hacer gestos.
Sarcásticamente, hay quienes dicen que esas carencias, son cualidades básicas y necesarias, precisamente para ser político. Que por eso son, como son.
Ese es el caso del actual gobernador panista, Kiko Vega de la Madrid, apenas a dos años de su gestión administrativa.
Precisamente, al rendir su segundo informe de gobierno, fue severamente criticado, por las fuerzas políticas representadas en la legislatura estatal. Los únicos que callaron, fueron los diputados panistas, obligados por la disciplina partidista y, seguramente, por pena.
Los señalamientos, fueron respaldados, por los resultados y cifras de instituciones públicas, sobre competitividad, opacidad, corrupción, educación y carencias sociales. Así mismo, en materia de inseguridad pública, que cada día es peor.
Es tal la miopía o deficiencia visual del Jefe del Ejecutivo Estatal, que no ve la realidad en que tiene sumidos a los bajacalifornianos. Para él, todo está bien. Como dicen, no hay peor ciego, que el que no quiere ver. Para Kiko, Baja California es “Kikolandia”, la entidad “perfecta”.
En especial, no reconoce, que la mayoría de sus colaboradores le han fallado. Los actos de corrupción, brotan por doquier. Las ineficiencias, se notan a simple vista. Todo mundo sabe, que las cosas, no andan bien. Solamente Kiko, no lo ve así.
Aunque su lema de campaña, fue y ha sido, el de que “La gente manda”, lo cierto es que tiene serios problemas auditivos. Es más que evidente, que está sordo. No escucha los reclamos, los señalamientos, las críticas.
Por eso, se han agudizado, las deplorables condiciones en que iven los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín. Le basta presumir que los ha atendido, aunque esto solamente sea mediáticamente. Sus cercanos, siguen haciendo negocios, descaradamente, a costa de los grupos vulnerables de esa zona.
A los trabajadores al servicio de la educación, los profesores, ya los cansó de estarles dando “atole con el dedo”, prometiéndoles, que ahora sí, que en unos días, les pagará sus pensiones de jubilación. Muchos de ellos, ya fallecieron con la esperanza de recibir lo que les corresponde, por haber dedicado su vida a formar nuevas generaciones. Pero las simples promesas, no quitan el hambre, ni curan las enfermedades.
La mayoría de los bajacalifornianos, viven angustiados, por las condiciones de inseguridad prevalecientes y que continúan en incremento. Todos los días, los medios de comunicación dan cuenta de múltiples hechos de sangre. Asesinatos, secuestros, asaltos, robos a empresas y casas habitación.
El Gobernador, parece no darse cuenta de ello, porque casi nunca se encuentra en la entidad. Es algo así como “Embajador viajero” de Baja California. Constantemente anda viajando por el mundo, dizque para atraer inversiones.
Los miembros de su partido, el PAN, en lugar de preocuparse, de llamarle la atención, de advertirle que corrija su forma de “gobernar”, le celebran, le elogian, le aplauden. Flacos favor le hacen.
No se ha dado cuenta, que las cosas en política, han cambiado. Que los ciudadanos repudian a ese tipo de políticos. Que ya están hartos, de políticos falsos, mentirosos y corruptos. Sean del partido que sean. Ahí están los ejemplos del priísta Rodrigo Medina, exgobernador de Nuevo León y el panista Guillermo Padrés, exgobernador de Sonora. Ambos, fuertes candidatos a reos, por las tropelías cometidas en sus respectivas entidades.
El sentido del olfato, también ya le falla. Por eso, no percibe los fétidos olores de la corrupción, que le rodea. Tal vez, porque los principales protagonistas, son sus amigotes, compadres o socios. Tal vez.
Por ello, de poco sirve, que se hagan señalamientos en contra de ellos y públicamente. Hace constar aquello de que la política, es el arte de tragar cochinada, sin hacer gestos.
Da lástima, y coraje, las respuestas que da, ante cualquier señalamieto de actos indebidos. Todo lo toma con ligereza, con frivolidad. En el pasado, los políticos reaccionaban, cesando de inmediato a los malos colaboradores. Citando a una reunión de emergencia, para buscar posibles soluciones a los problemas más agudos.
Kiko, simplemente sonríe, como si no pasara nada. Casi inmediatamente después, inventa un pretexto, para viajar a la Ciudad de México o al extranjero. Quizás con la esperanza de que los problemas se resuelvan solos.
Dicen, que si alguien es, como es, es porque lo han dejado. Los diversos partidos políticos, tienen culpa de ello. Suponen, que con simples señalamientos mediáticos, cumplen su parte.
El mayor tiempo, se la pasan negociando con el Gobernador. Le dejan hacer lo que quiera, con la simple condición de que les dé algo. Aunque sean migajas.
Qué mala suerte, la de Baja California. 26 años de gobiernos insensibles. Esto ya es crónico.
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