domingo, 8 de junio de 2014

Los políticos. Por : Gilberto LAVENANT

Palco de Prensa
Lunes 9 Junio 2014         
                                                                
              Los políticos.

                                                        
              Por : Gilberto LAVENANT

Los políticos, constituyen una clase social muy desprestigiada. Pero, aunque parezca absurdo, son los menos peores para gobernar. Si no fueran tan frívolos, voraces, simuladores, desordenados, todo sería diferente.

En la función pública, existen diversos tipos de individuos. Están los técnico, por ejemplo, aquellos que estudiaron determinada carrera y son como una maquinita, que solamente sabe hacer su trabajo, conforme al “librito”. No se salen de ahí. Incluso, batallan cuando se les presenta una variante que no habían previsto.

Están los tecnócratas, que generalmente desempeñan el papel de asesores de los funcionarios. En base a estadísticas y fórmulas científicas, planean, proyectan, diseñan. Pero el resultado de sus trabajos, no tienen nada que ver con la realidad, tanto social, como económica. Son fantasiosos. Sus planeas y programas, no son factibles de realizar.

Ahora, ante las múltiples decepciones, generadas por la codicia de los políticos, que cuando concluyen sus respectivas gestiones, se llevan “hasta el perico”, ha surgido, casi como una moda, la posibilidad de involucrar a simples ciudadanos en la función pública.

En principio, parece lo ideal. Que la administración pública, esté en manos de ciudadanos, serios, formales, honestos, ajenos por completo a la política. Por eso se habla de las candidaturas independientes, como la fórmula ideal, para que reaccionen los ciudadanos y se interesen por participar en los procesos electorales.

Y es que, los políticos tradicionales, por formales, serios y “hombrecitos”, que parezcan, a la hora de la verdad, a la hora de conformar sus equipos de trabajo y, sobre todo, de desempeñar sus respectivos cargos, los intereses de sus partidos, los bloquean y les estropean todas sus intenciones.

Pero, hasta los supuestos ciudadanos, al arribar a la función pública, al carecer de oficio político, piensan y reaccionan, precisamente como ciudadanos. Y ocurre, que el monstruo de la corrupción les asusta e intimida, hasta que finalmente les doblega y les domina.

La administración pública, es como una enorme empresa, en la que se deben conjugar conocimientos, sentido común, un buen equipo de trabajo y recursos materiales y económicos.

Cuando la entidad a gobernar, cuenta con recursos económicos suficientes, es fácil gobernar. Sus colaboradores, sugieren, tantas acciones, programas y obras, como la imaginación les permita. El gobernador, alcalde o jefe de la institución, simplemente firma.

Totalmente distinto, es cuando la institución carece de recursos o los que tiene, son insuficientes para realizar obras de “relumbrón”, que permitan proyectar la personalidad del gobernante. Tapar baches con tierrita, o abrillantar las obras e infraestructura ya existente, simplemente barriendo o repintando, calles y edificaciones, es tanto como “lavar con jabón la cara a la muñeca de trapo”. Apenas llegan las primeras lloviznas o la temporada de aires de Santana, o incluso los procesos electorales, y regresa la realidad.

A todo gobernante, carente de recursos, lo único que le queda, es recurrir a sus relaciones personales. A sus relaciones políticas, o a su “oficio político”. El atreverse a encabezar luchas  sociales y a convertirse en gestor de todo tipo de reclamo ciudadano, sin temor a estrellarse con intereses políticos.

Para ello, también requiere de integrar a su equipo de colaboradores, a individuos con perfil político. Si por mera precaución, o por temor fundado, forma su equipo de trabajo, con simples ciudadanos, seguramente fracasará en sus propuestas o intenciones.

Los políticos, de oficio, obviamente, y no meros teóricos, saben reaccionar y adecuar las acciones, a la realidad social prevaleciente. Hacen lo más que pueden, con los recursos disponibles, y para lo que aún esté pendiente, buscan el apoyo de otras instancias, la autogestión o participación social y la motivación directa.

En la función pública, para un buen desempeño, además de claridad, honestidad, ingenio y coraje, se requiere habilidad y saber trabajar en equipo. El delegar funciones y confiar en sus colaboradores. Tener una enorme capacidad de percepción o sensibilidad, sentido común, ser previsor y vigilante de que nadie tuerza las acciones oficiales en beneficio propio.

Ufff. Díficil. Sumamente difícil. Quizás ni siquiera cursando una Maestría en Administración Pública y cursos prácticos de política.

Los buenos propósitos se rompen, porque el sistema político es una mescolanza de intereses políticos y económicos, que surgen y se desarrollan al amparo de la figura de la impunidad. Cualquiera roba libremente, sin que reciba sanción alguna. Y los malos ejemplos cunden.

Nadie explica, ni precisa, las razones por las cuales, a toda persona que desee integrarse a una corporación policiaca o institución inherente a la seguridad pública, se le somete a exámenes de confianza, como supuesta garantía de que no llegan a delinquir, a robar, a abusar.

Pero, si un policía corrupto o impreparado, es peligroso, mucho más lo es un funcionario público, que arriba a la administración pública, con el insano propósito de hacer dinero fácil y por montones. Entonces, surge el cuestionamiento : ¿Por qué a todo aquel aspirante a ingresar a la función pública, como simple empleado administrativo o en los niveles de dirección y mando, no se le aplican exámenes de confianza ?

La política, es una actividad sumamente prostituida. Se ejerce,  no por amor al prójimo, sino simplemente para lograr riquezas fáciles. Como las mujeres de la vida galante. La diferencia es que quienes ejercen el llamado “oficio más viejo del mundo”, sufren de la marginación social. Los políticos corruptos, son hombres o mujeres “respetables”. Pero son peores que las damiselas, pues son depredadores sociales y no reciben castigo alguno.

Alguien, debe dar el primer paso para dignificar a la política. Cárcel para los corruptos.    
  
                                                                                                   gil_lavenants@hotmail.com

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